Decimos de… Linares abarca una extensión de 197’92 kilómetros cuadrados y sus más de 60.000 habitantes le confieren una alta densidad de población, muy por encima de la media provincial. Está situado al noroeste de la provincia de Jaén, entre el sector oriental de Sierra Morena y la parte alta de la Depresión del Guadalquivir.
Poco sabemos hoy sobre el Linares de los tiempos anteriores a la Reconquista; sólo tenemos noticia de su castillo, aunque es muy probable que existiera mucho antes algún asentamiento formado por las personas que venían a explotar sus minas. A partir de 1227, fecha en que Fernando III se apoderó del Castillo de Linares, esta fortaleza fue utilizada por los cristianos en el largo período en que tuvo lugar la Conquista de Andalucía y del que sólo queda hoy una torre cilíndrica de difícil acceso.
Con frecuencia, el origen de Linares se remonta a Cástulo (población romana), aunque los testimonios de que disponemos son insuficientes para la identificación y continuidad histórica de ambos grupos. Tras la conquista de Baeza por Fernando III, Cástulo quedó en el olvido, mientras que a Linares le fueron otorgando privilegios que serían respetados por los reyes castellanos, quedando incluida Linares dentro del territorio de Realengo que constituye la comunidad de Villa y Tierra de Baeza.
Se podría afirmar que durante el siglo XIII se crearon las bases demográficas, económicas, sociales y políticas de Linares en la nueva sociedad que había surgido en Andalucía tras la conquista cristiana.
Durante los siglos XIV y XV Linares sufrió una etapa de inestabilidad política y social traducida en las frecuentes luchas entre linajes y ciudades. A mediados del siglo XVI Linares presenta un aumento considerable de la población y un florecimiento económico debidos a la riqueza agrícola y ganadera, y es entonces cuando obtiene el título de Villa de manos de Felipe II. La configuración urbana de la ciudad obedece a esta situación social: se constata la existencia de un núcleo medieval en torno a la iglesia y al castillo donde vivían los hidalgos, el clero, los que realizaban las profesiones liberales de más prestigio y algunos artesanos. Adosados a la villa medieval aparecían una serie de barrios cuyos habitantes se dedicaban a actividades agrícolas.
En los siglos XVII y XVIII, paralelamente a la agricultura y ganadería, se va desarrollando la industria minera fundamentalmente relacionada con la minería del plomo, mineral que se extrae y comercializa en Linares en estos años en cantidades de 200.000 a 300.00 arrobas y que tienen como destino la totalidad del Reino, las colonias americanas o la Armada Real. Este creciente protagonismo de actividad minera irá acompañada, desde mediados del siglo XVIII, de un crecimiento demográfico y un desarrollo urbanístico que convirtieron a Linares en uno de los centros más importantes de la provincia durante el siglo XIX, siendo la minería del plomo un sector privilegiado a lo largo de todo este siglo.
Debemos ver… Mercado de abastos, Ayuntamiento, Castro Verde, Casa Dávalos, Hospital los Marqueses, Estación de Madrid, Hospital S.Juan de Dios, Inmaculada Concepción, Mausoleo Marqueses, Casa de la Munición, Palacio de los Orozco, Casa Pajares, Piédrolas, Iglesia Santa María, Santuario, Pósito, Iglesia San Francisco, Castillo Tobaruela, Palacio Zambrana. Museo de Cástulo, Museo Andrés Segovia.
Si estamos por allí, disfrutaremos de… La Semana Santa de Linares, declarada en 1998 de «Interés Turístico de Andalucía».
Del 27 de agosto al 1 de septiembre Linares celebra cada año la Feria de San Agustín.
Patrona de la ciudad, la Virgen de Linarejos, tradición que se remonta al año 1708 al haberse librado Linares por su intercesión de las placas de langosta que azotaban sus campos.
Y en especial… Semana Santa de interés turístico andaluz que destaca por la calidad de las bandas de cabecera de las cofradías y hermandades y de los tercios de trompeteros, la belleza de la imaginería cofrade y, especialmente, por el acto de la Expiración en la calle Marqués, la lectura de la sentencia en el prendimiento de Nuestro Padre Jesús y la bendición que, con su brazo articulado, concede el Nazareno a los cientos de linarenses que se agolpan a su paso el Viernes Santo.
Y para desgustar… las gachas, migas, gazpacho, ajo blanco, andrajos, pipirrana y roscos de anís; aparecen algunos platos de ascendencia minera como las patatas con bacalao, patatas con pimentón y el remojón a base de ensalada de naranjas, bacalao, aceitunas, cebolleta y aceite de oliva; y otros tal vez procedentes de los pastores trashumantes de las tierras de Soria como el «perolo», a base de castañas, matalahúva y ciruelas pasas.